La fuerza de lo suave

Es otoño. Mirando el riachuelo que cruza el valle veo las piedras del fondo. Todos esos cantos rodados que han sido trabajados, limados, acariciados, arrastrados por el agua. Me sumerjo en el frío cauce y camino sobre aquellas piedras. ¿Podrá el agua limar también las asperezas de mi alma? ¿Podría aprender yo a ser suave, clara y pertinaz como esa agua en mis relaciones cotidianas? ¡Tantas veces me siento interiormente dura como la roca, incapaz de todo avance!

La naturaleza nos enseña con múltiples ejemplos que lo suave es más fuerte . . .

¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión